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Las avellanas son el fruto de un arbusto del mismo nombre, originario de Asia Menor. Según hallazgos arqueológicos, se sabe que su consumo se remonta al Neolítico. También se consumieron en Mesopotamia y luego en la antigua Grecia, desde donde pasaron a otros países. Se trata de un fruto blanquecino, de piel oscura y cáscara dura y lisa. Su forma varía según la variedad, de redonda a ligeramente cónica.
Las avellanas se ubican en la categoría de los frutos secos y se acostumbra tostarlas para retirarles la piel con facilidad y resaltar su sabor. Úselas en pastelería, postres y platos salados, o consúmalas como snack.
Compre avellanas en tiendas y supermercados especializados, empacadas, con o sin cáscara. Si las compra con cáscara, revise que los frutos se sientan pesados y no tengan manchas.
Consérvelas, con o sin cáscara, en un lugar fresco y seco, dentro de un recipiente hermético. Consuma las avellanas sin cáscara lo más pronto posible, o guárdelas en la nevera dentro de un recipiente hermético de plástico.