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La pechuga es uno de los cortes más apreciados y consumidos de pollo por su versatilidad en la cocina y por ser baja en grasa. Su carne es tierna, suave y abundante. Se consigue con hueso o sin hueso, entera o en escalopes, con o sin piel.
La pechuga es una de esas presas que logra sacarnos de apuros en la cocina, pues se puede preparar de muchas formas. Ásela al horno, entera y con piel, o escálfela y luego desmenúcela para agregarla a arroces, salsas para pastas, ensaladas, sándwiches, tacos, burritos, sopas. Córtela en cubos y prepárela con distintas salsas de vino, champiñones, etc. Cómprela en escalopes o córtela usted mismo, condiméntela a su gusto y ásela a la parrilla o a la plancha. También puede rellenarla.
Compre la carne de pollo en lugares de su confianza donde le garanticen su calidad. Elija aves o piezas carnosas, de carne firme y abullonada, sin zonas secas ni lastimaduras. La carne de pollo fresco y sano es rosada y su piel blancuzca. Los pollos que han sido alimentados con maíz tienen la piel amarilla. El olor dice mucho acerca de la frescura del pollo, debe ser fresco, limpio y agradable.